“La historia no se repite, pero rima” - Mark Twain
Nunca estuvo en nuestros planes que el domingo 4 de Junio de 2023 ibamos a tener la oportunidad de entrar al estadio a un partido de fútbol con Elena. Pero lo que realmente ocurrió es para no creerlo.
¿Cómo imaginarse que iba a ser posible, si era fin de semana de mercado en casa, si deje de ser un fanático del fútbol desde hace años, si además el único partido programado en Bogotá era Fortaleza vs Llaneros de Segunda Divisón en el Estadio de Techo y si Elena tiene 3 años y solo está permitido el ingreso de niños mayores a 5 años?
Pero pasó…
Todo arranca con nuestros buenos amigos Maria Paula y Daniel Arango, quienes desde hace meses nos invitan a ver los partidos con ellos sin respuesta positiva nuestra. De paso nuestros hijos, compañeros de curso en el Jardín, se encuentran y juegan.
De esas invitaciones surgen conversaciones internas sobre lo talentos y habilidades que vemos en nuestra hija y que nos gustaría promover y con que modelos queremos impulsarla a desarrollarlos.
Daniel, que trabaja como secretario técnico del Club Fortaleza de la Segunda División de Colombia, insiste una vez más con el argumento de que es un partido importante y que de tener un resultado positivo habría posibilidad de ascender a Primera División.
Suena tentador y decidimos aceptar la invitación desde el día anterior para el siguiente día a las 4 pm.
“…Rememorando, tuve una época muy futbolera de ir al Estadio, siendo hincha del único equipo que se puede ser hincha: El Poderoso Deportivo Indepndiente Medellín, el equipo del Pueblo.
Fui afortunado de ir verlo ganar partidos, pero fui un ungido de ser testigo presencial del famoso título del 2004, frente al rival de patio Atlético Nacional, con goles de Jorge Horacio y Rafa Castillo. Fue una locura.
Han pasado casi 20 años de ese momento, y escribiendo esto se me hincha la piel de la emoción.
Pero también en el estadio, unos hinchas del Poderoso, por esas mismas épocas, me emboscaron a la salida del estadio por acompañar a amigos bogotanos a ver un 1-1 entre DIM y Millonarios.
Nunca más volví al estadio…”
El Domingo, siendo todavía temprano en la mañana surge la primera de las contingencias del día:
— Amor, chévere y todo lo del partido, pero hay que hacer mercado…
— mmmmmm…
— Toca levantarse rápido, para que alcancemos a hacer todas las compras.
— Está bieeeeeen…
Despertamos a Elena, nos cambiamos y fuimos de compras como les contamos en esta historia:
El día de hacer mercado
IR A HACER EL MERCADO es un paseo que rompe el tedio de la rutina familiar, en el que también compramos cosas para la despensa.
Solo tiene un par de reglas:
- Definimos si incluye o no desayuno en el lugar de las compras.
- Definimos si incluye o no duchazo previo.
Está vez no incluyó desayuno, y a la 1 pm ya estabamos almorzando habiendo terminado nuestras compras. Elena estaba con su batería al 100% y a la expectativa de como era eso de ir al estadio. Al mismo tiempo, la mamá ya había claudicado por casancio y descidió bajarse del plan.
Llegamos a casa, descargamos el mercado, una pequeña parada en el baño y ya estabamos listos para salir a nuestra gran aventura que se había convertido en Plan padre e hija.
Desde nuestra casa al Estadio de Techo donde era el partido, son unos 35 minutos en carro en día Domingo. Elena iba expectante viendo por la ventana hasta que se quedó dormida y solo se despertaría casi 50 minutos después, tiempo acumulado entre la llegada y el tiempo que me tomó poder entrar al parqueadero de Mundo Aventura.
— Hijita, llegamos… despieeeerta…
— mmmmmm…
— Toca levantarse rápido, para que entremos al estadio.
— ¿Ya llegamos? Es que, es que, es que todavía tengo sueñito…
— Nooo mi amor, ya no más sueño que tenemos que caminar para hacer fila y entrar…
— Listo Papi, ya me puse los zapatos…
Parqueamos bastante retirado, pero la emoción de ambos al ver gente corriendo con camisetas, banderas y caras pintadas hizo que ambos aceleraramos el paso pero cuando paramos en la entrada, ya habían salido los jugadores a la cancha.
Daniel y Maria Paula nos habían conseguido entradas y yo solo pensaba en como iba a llevar a Elena en hombros, para que viera la gente animando.
— Señor, las boletas para el ingreso… despieeeerta…
— Claaaro que si, aquí están…
— Listo señor, son dos boletas. ¿Cuantos años tiene la niña?
— ¡Cinco, recien cumplidos! Por eso venimos al Estadio, esta emocionada por entrar…
— Entiendo señor, claro… Muéstreme el Registro civil de la niña para que sigan…
— No lo traje…
— Señor, pero así no puede entrar, lo siento mucho
— ¿Listo Papi, ya podemos entrar?
— …
Se me heló la sangre.
Después de tenerlo tan cerca, se nos cerraba el sueño de poder entrar al estadio. Ya se escuchaban las arengas de los primeros minutos de partido. Los revendedores en la calle intentaba hacer su agosto con los más retardados y mientras tanto yo sin saber que hacer.
— Hija, hay un problema…
— ¿Porque los señores no nos dejan pasar?
— Hija, lo que pasa es que hay muchisísma gente y están esperando para que no se atropellen… — Si, mentí.
— Mmmm…
— Vamos a esperar un momentito a ver que hacemos y si no podemos entrar, nos comemos un helado gigante, ¿listo?
— ¡Listo Papi!… ¿ya podemos entrar?
— …
Fueron minutos angustiosos, de pensar muy rápidamente como lidiar con la frustración de un plan inconcluso, al que le había hecho tanta fuerza.
— Hola Álvaro, por donde están, les tenemos sillas guardadas…
— Mapu, los señores de la entrada no nos dejan pasar…
— ¡Pero porqué si aquí hay muchos niños!
— Mapu, todos son mayores de cinco años… Elena se ve grande pero nos pidieron registro civil…
— Aichhhh espera a ver que podemos hacer…
— Vale.
— ¿Papi, ya podemos entrar?
— …
La salvación vino de la mente más ocupada del momento: Daniel, que estaba completamente enfocado en el partido, propuso entrar en uno de los carros autorizados al equipo, por la entrada dispuesta para los jugadores. Maria Paula, salió del partido, y nos recogió en la calle.
El resto es historia…
Elena vio a unos señores tocando un tambor, otros gritando cosas que no entendía, a un señor de amarillo en la cancha que eran los encargados de regañar a los jugadores porque se portaban mal y miles de niños reir y llorar por el partido.
El partido se acabó, el resultado es anecdótico y salimos felices del Estadio.
— Hiiija, como te fue en el estadio…
— Mami, fue divertido y mi papi me compró una hamburguesa con un helado, pero el helado me lo comí un poquitico porque mañana tengo jardín y me lo voy a comer cuando regrese y…
— ¿Pero hija, te gustó ir al estadio?
— Si mami… — Mientras se monta en su cama y se quita los zapatos y las medias
— Hija, pero hay que ponerse pijama…
— Bueno… — cierra los ojos profundamente.